Cierran la primera y única Narcosala de Vallekas
Aunque sigue atendiendo cada día a medio centenar de usuarios, el dispositivo de venopunción de Las Barranquillas tiene los días contados. La Comunidad de Madrid ha decidido cerrar antes de fin de año las puertas de la que fuera primera narcosala de España, que funciona desde 2000. La Comunidad asegura que no la cierra por falta de presupuesto, sino porque allí "ya no queda nada" y apenas hay asentamientos, explica la directora de la Agencia Antidroga de Madrid, Almudena Pérez. La Comunidad se escuda también en que el Ayuntamiento de Madrid ha puesto en marcha en la zona un plan de erradicación del chabolismo.
Es cierto que Las Barranquillas no es hoy ni una sombra de lo que fue en los noventa, y que de este enorme poblado marginal situado en la Villa de Vallecas apenas queda una decena de chabolas cerca de la narcosala y algunos puntos de venta de drogas rodeados de escombros. Sin embargo, en Madrid no queda ningún otro dispositivo de este tipo el resto son móviles y sus usuarios, que pueden ducharse, dormir y recibir tratamiento médico, no saben dónde irán a partir de ahora. Los trabajadores de la narcosala, a los que la Comunidad impide hablar con los medios, también se lamentan y creen que se deja a estas personas, que sufren un grave deterioro, sin alternativas reales de tratamiento.
Pero los usuarios ven otras razones: "Ya han planificado hacer aquí zonas verdes, esto está al lado de la Caja Mágica y lo quiere poner bonito la Esperanza [Aguirre]", sostiene Fran, de 35 años. "Si se trasladara a la Cañada por lo menos la gente tendría atención sanitaria, comida y albergue. No hay nada como esto. Por lo menos aquí estamos retirados y si te pinchas nadie te ve", añade.
Abdel-Maula, de 52 años, añade: "Cuando no esté esto, la gente va a empezar a irse al centro de Madrid, a los parques". Mientras, su compañero Alejandro, de 44 años, que llegó de Grecia hace tres meses y hoy sólo toma metadona, asiente y se pregunta qué va a pasar ahora. "Yo he venido desde Grecia a la narcosala para quitarme del caballo, y, ahora que va a cerrar, ¿donde voy? No tengo a nadie aquí, ni donde comer, ni ducharme ni ropa ni nada". Emilio, que tiene 50 años y es adicto desde los 15, reconoce que está "vivo de milagro" y gracias a que le sacaron hace unos meses de la Cañada para llevarle a la narcosala. "Es un error que la cierren; ¿donde va a ir la gente?".
Aunque sigue atendiendo cada día a medio centenar de usuarios, el dispositivo de venopunción de Las Barranquillas tiene los días contados. La Comunidad de Madrid ha decidido cerrar antes de fin de año las puertas de la que fuera primera narcosala de España, que funciona desde 2000. La Comunidad asegura que no la cierra por falta de presupuesto, sino porque allí "ya no queda nada" y apenas hay asentamientos, explica la directora de la Agencia Antidroga de Madrid, Almudena Pérez. La Comunidad se escuda también en que el Ayuntamiento de Madrid ha puesto en marcha en la zona un plan de erradicación del chabolismo.
Es cierto que Las Barranquillas no es hoy ni una sombra de lo que fue en los noventa, y que de este enorme poblado marginal situado en la Villa de Vallecas apenas queda una decena de chabolas cerca de la narcosala y algunos puntos de venta de drogas rodeados de escombros. Sin embargo, en Madrid no queda ningún otro dispositivo de este tipo el resto son móviles y sus usuarios, que pueden ducharse, dormir y recibir tratamiento médico, no saben dónde irán a partir de ahora. Los trabajadores de la narcosala, a los que la Comunidad impide hablar con los medios, también se lamentan y creen que se deja a estas personas, que sufren un grave deterioro, sin alternativas reales de tratamiento.
La Agencia Antidroga afirma que clausura el centro porque el poblado ya no existe
Muchos
llegan procedentes de la Cañada Real, el gran núcleo chabolista que dio
el relevo a Las Barranquillas como el gran mercado de las drogas de la
capital, pero allí tampoco habrá una narcosala, ya que la Comunidad apuesta sólo por los "dispositivos móviles" para proporcionar metadona.Pero los usuarios ven otras razones: "Ya han planificado hacer aquí zonas verdes, esto está al lado de la Caja Mágica y lo quiere poner bonito la Esperanza [Aguirre]", sostiene Fran, de 35 años. "Si se trasladara a la Cañada por lo menos la gente tendría atención sanitaria, comida y albergue. No hay nada como esto. Por lo menos aquí estamos retirados y si te pinchas nadie te ve", añade.
Abdel-Maula, de 52 años, añade: "Cuando no esté esto, la gente va a empezar a irse al centro de Madrid, a los parques". Mientras, su compañero Alejandro, de 44 años, que llegó de Grecia hace tres meses y hoy sólo toma metadona, asiente y se pregunta qué va a pasar ahora. "Yo he venido desde Grecia a la narcosala para quitarme del caballo, y, ahora que va a cerrar, ¿donde voy? No tengo a nadie aquí, ni donde comer, ni ducharme ni ropa ni nada". Emilio, que tiene 50 años y es adicto desde los 15, reconoce que está "vivo de milagro" y gracias a que le sacaron hace unos meses de la Cañada para llevarle a la narcosala. "Es un error que la cierren; ¿donde va a ir la gente?".
"Cuando no esté esto, la gente se irá al centro de Madrid", dice un usuario
Por
último, los usuarios lamentan que, antes del cierre, la Comunidad les
va a obligar a salir de allí porque el autobús que dispensa metadona
dejará de ir el día 25 de este mes. "Nos quieren sacar de aquí antes, para que cuando vengan a cerrar no haya problemas.
En Valdemingómez se escudarán en que ya tienen un servicio móvil, pero
no van a hacer más. Los yonquis estamos en vías de extinción", se
lamenta otro usuario que prefiere no dar su nombre. Dice que ya tiene
bastantes problemas.
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