“Traigo la camisa roja de sangre de un compañero”, dijeron en el Pozo de María Luisa. Hoy se grita en todo León. Los mineros son ese sector privilegiado (empleado en un puesto no tan arriesgado como observar la producción desde un despacho de una empresa sacada adelante, gracias a manos ajenas del que las vigila) que pueden permitirse morir en la mina a causa de una enfermedad pulmonar, cancerígena, o por una explosión debido al gas acumulado bajo sus pies. Hace unos meses estos trabajadores, que siempre fueron, son y serán un ejemplo a seguir en la lucha contra el patrón, fueron acusados de robar a los españoles, de vivir de subvenciones que a su vez les fueron arrebatadas, o haciendo memoria podemos recordar las falsedades vertidas por cadenas cristofascistas y neoliberales como Intereconomía, donde calificaron “aprovecharse de la solidaridad de los españoles” que un minero o minera se jubilara con 44 años, pero ellos desde sus platós embargados aún a costa de aprovecharse de sus trabajadores, nunca sabrán lo que es jugarse la salud y la vida todos los días. Dijeron que el carbón no es un negocio rentable, pero en cambio el gobierno seguía comprando a ciertos países sudamericanos una cuota de ese mineral a menor precio (gracias a los escasos convenios sobre prevención de riesgo, costes laborales, explotación infantil, etc.). Debe ser que la “Marca España” y el patrioterismo barato tienen un límite, el que esté dispuesto a pagar aquel que no se va a arriesgar.
No contentos con que las herramientas del sistema capitalista, como los medios de comunicación, llevaran a cabo una campaña de desprestigio para minar el apoyo popular, también fueron insultados, calificados de “victimistas”, pero olvidamos que los muertos sólo son víctimas cuando al capital le interesa. Los familiares, compañeros y compañeras de estos héroes, no tendrán derecho a llorarles, ya que vivieron por encima de sus posibilidades a pesar de morir a 80m bajo la superficie. Eran terroristas por defender sus derechos con uñas, dientes, palos y piedras, porque decidieron que los sillones ya habían acomodado a demasiados, que cuatro paredes ya habían aguantado demasiadas reuniones sin sentido con los traidores que les vendieron y olvidaron, y que la lucha no se ejerce con guantes de seda, y menos cuando te están marcando a hierro, mientras están recortando en materia de prevención y seguridad, anteponiendo un mayor beneficio a costa de vidas humanas. Demostraron ser ejemplo de resistencia y de solidaridad, tanto en las cuencas mineras ya tan castigadas, como en Madrid, mostrando su apoyo a los movimientos sociales, y hoy y siempre nuestro deber es devolverles el mismo gesto, ya que nos encontramos en la misma trinchera, la de la clase trabajadora, asalariada, obrera, desposeída, explotada. No es la primera lección, ni la última, que este sector nos da a lo largo de nuestra historia. Tampoco será el último duelo por las víctimas del terrorismo patronal y capital. “Mañana son los entierros de esos pobres compañeros”, dijeron en otro pozo más.
Vuestros cascos jamás se apagarán.
http://www.youtube.com/watch?v=DTO_s8Rmj2Y
Solidaridad con las víctimas de la minería
Publicado por
Anónimo
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lunes, 28 de octubre de 2013
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