En los últimos meses,
las políticas neoliberales del gobierno han desmantelado casi por
completo los servicios públicos tal y como eran concebidos. La
Universidad no es ajena a esta situación: desde hace años vive sumida en
un proceso de desmantelación como ente público para su reconversión
hacia lo privado. De la implantación de Bolonia a la subida de tasas, la
Universidad ha dejado de ser un espacio de conocimiento y crítica de
acceso universal para convertirse en un espacio carente de identidad
propia, ligado al mundo de la empresa. Y LAS ALTAS CLASES SOCIALES
Este proceso de
mercantilización de la Universidad converge con la línea general de sus
políticas: la destrucción de los derechos ciudadanos se ejercita al
mismo tiempo que se blindan los privilegios de las minorías económicas.
Los recortes en servicios públicos sirven para pagar rescatar bancos y
pagar una deuda ilegítima.
Frente a esta oleada de
recortes y privatizaciones, la sociedad no ha permanecido inmóvil.
Semana tras semana, mes tras mes, el rechazo ciudadano hacia sus
políticas ha estado presente en nuestras calles. Ante este panorama
social, las estudiantes universitarias reclamamos nuestro papel como
actores dentro del proceso político.
Esta jornada de huelga
tiene por objetivo mostrar el rechazo de la comunidad universitaria, a
través de la rebeldía, la desobediencia y la organización, hacia sus
políticas. No toleramos que la deuda, injusta e ilegítimamente
contraída, se convierta en el eje principal de nuestra educación
superior. Esa deuda que nos condena a políticas de austeridad y recortes
y que asfixia nuestras posibilidades de acceso a la Universidad a
través de brutales subidas de tasas. Nuestro futuro no será el precio de
su crisis, nuestra educación no pagará su deuda.
Si las élites
económicas y políticas aceleran el proceso de privatización de la
enseñanza superior, el estudiantado debe agudizar el pulso contra sus
ajustes, su oleada mercantilizadora y sus políticas de austeridad.
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